Hay tres razones fundamentales para destacar el ahínco que es característico en el equipo Rosselot, pero que en el Rally de Ñuble-Chillán sacaron a relucir con especial carácter.
El martes previo a la largada programaron una prueba en Talca. A muy alta velocidad, Gerardo Rosselot perdió el control de su Mitsubishi Mirage R5 y el golpe se sintió fuerte en el auto. Él y Marcelo Brizio, por encima de todo, salieron completamente ilesos.
Sin embargo, los magullones en el vehículo eran de proporciones y había mucho que hacer entre conseguir partes y repuestos y poner manos a la obra para devolverlo a la ruta.
Afanosamente, más de 30 horas de trabajo ininterrumpido del equipo viñamarino cumplió con ese objetivo y el más joven de sus defensores pudo ser de la partida. Aunque con algo de sobrevirancia en la segunda etapa y otros detalles que se irán resolviendo con más tiempo, Gerardo terminó la competencia en una honorable octava posición absoluta.
Entre sábado y domingo, Emilio Rosselot y Tomás Cañete se fueron abriendo a su arribo al parque cerrado de la primera etapa a 15.4s de Pedro Heller para avanzar al día siguiente a terceros a partir de la deserción del Škoda Fabia de Martín Scuncio.
En el interín, Emilio Fernández los amenazaba seriamente desde el momento en que se erigía en el ganador de la jornada. Así, en su arremetida se situó a tan solo 4.8s antes de la definición en el Power Stage de Porvenir, de 4,68 kilómetros. Aunque el representante de Susaron se impuso, Emilio mantuvo el temple, hizo el tercer mejor tiempo demostrando que dejarse superar no era una opción y se encaminó al que fue su segundo podio en tres presentaciones a bordo del Citroën C3 Rally2, tal como lo había hecho al estrenarlo en la Región del Biobío.
En ese proceso, además de compartir el descorche del champagne con Alberto y Pedro Heller, volvió a ser el vencedor en la subclase RC2.
Por último, y no menos importante, Tadeo Rosselot y Sebastián Olguín recuperaron el camino que habían perdido en la división R3 y fueron la dupla a vencer en ella.
Si bien al principio mandaron Mauricio Pérez y Mauricio Oyarzún (Renault Clio aspirado) y después Sebastián Silva y Sebastián Arancibia hasta la PE12, a tres parciales del final el Citroën DS3, que venía cerca, los pasó. De allí en más, no soltaron la punta y volvieron a imponerse como en Biobío, achicando la diferencia que su rival del Clio turbo le había hecho en lo referido a puntos en Calle Larga.