El Rally Chile Biobío pasó como una página importante del automovilismo el fin de semana pasado. Al igual que había sucedido en 2019, la prueba mundial contó con el apoyo de los habituales participantes del campeonato Copec RallyMobil, para el cual no solamente fue válido, sino que se transformó en la prueba más importante de la temporada por su extensión, relevancia y la cantidad de puntos en juego.
Emilio Rosselot y Tomás Cañete se llevaron los mayores aplausos en el que muy probablemente sea el éxito más importante de su campaña deportiva hasta el presente.
La dupla del equipo viñamarino fue rapidísimo sobre su Citroën C3 Rally2 desde que se largó la carrera hasta que terminó.
Después de tres días a pura acción y 16 parciales clasificatorios divididos en 6 el viernes, 6 el sábado y 4 el domingo, los vencedores se impusieron en tres de ellos y cruzaron la meta con un tiempo neto de 3h21m36.9s a un promedio de 95,5 km/h.
Después de un recorrido intenso, que en total tuvo 1.240 kilómetros, 321 de ellos contrarreloj, su margen con respecto a Pedro Heller y Pablo Olmos fue muy estrecho, pues se limitó a 11.9s.
El angelino de la escuadra Joker fue tan inteligente como siempre en su planteo de competencia, se mantuvo siempre entre los punteros, administró mejor que otros los neumáticos, detalle crítico para casi todos, y se llevó un excelente puesto que lo elevó a la cima del torneo en la clase más grande.
Si realmente ese era su objetivo, el mayor de los Heller lo cumplió con creces.
En el tercer lugar, Jorge Martínez y Alberto Álvarez estrenaron el Skoda Fabia RS de CBTech con un resultado que les permite ser los nuevos escoltas en la tabla de puntuación, una recuperación fenomenal de su desafortunado comienzo de año.
Con 10 tramos ganados, el penquista fue quien más veces marcó el mejor tiempo, pero curiosamente solo se quedó en poder de la tercera etapa, aunque con los puntos extra del Power Stage, que también fue suyo.
No quedó exento de los pinchazos que fueron tema de tanta conversación y las pérdidas de tiempo sufridas mermaron sus chances de pugnar por el triunfo.
Los abandonos entre los autos de tracción integral fueron muchos. Martín Scuncio y Javiera Román iban bajando María de Los Cruces como punteros con un Fabia RS de Race Seven cuando la rueda trasera derecha totalmente en llanta les hizo perder el control y volcar. El incidente dejó la máquina sobre uno de sus costados porque fue una curva de no muy alta velocidad.
Emilio Fernández y Borja Rozada se habían apropiado, con un Fabia Rally2 Evo, de los laureles correspondientes a la primera jornada, pero en la siguiente padecieron muchos problemas juntos, desde la rotura de la palanca de cambios hasta pinchazos de gomas y rotura del radiador, lo que los dejó fuera de contienda.
Benjamín Israel y Matías Ramos cerraron el viernes prevaleciendo en la PE6 con su Citroën, pero en la mañana sabatina se salieron del camino y no reengancharon luego en muestra de solidaridad con sus compañeros de equipo, Germán Lyon y Sebastián Olguín, que sufrieron un violento golpe en la segunda pasada por Río Claro.
El C3 quedó destruido por el impacto. El navegante sufrió algunas contusiones, pero fue dado de alta pronto, en tanto que el volante santiaguino se llevó la peor parte, ya que tuvo que ser hospitalizado con inflamación de médula y trastornos respiratorios que el cabo de un par de días fueron mermando.
Actualmente, Lyon se encuentra estable en la capital del país, en reposo y bajo control médico, a la espera de recuperarse definitivamente.
Gerardo Rosselot y Marcelo Brizio fueron muy constantes, pero al promediar el evento, un surtidor de combustible no cargó bien y acusó los litros cargados, dejándolos de a pie y sin posibilidad de seguir su curso hasta el domingo. Pese a todo, fueron los dominadores de la subcategoría RC2.
Con un Skoda R5, Eduardo Kovacs debió reengancharse, pero el chileno se llevó la inmensa satisfacción del triunfo conseguido a nivel mundial junto a Rubén García en la división WRC Masters.
Cuarto general fue Tadeo Rosselot, navegado por Sebastián Olguín y autor de otra impecable competencia que los vio pelear palmo a palmo sobre su Peugeot 208 Rally4 con un grupo muy motivado de rivales en la clase RC4.
El viñamarino no llegó a lo más alto del podio de manera fácil. Tuvo que acelerar al máximo en todo momento, el sábado para superar a Mario Parra, que terminó la primera etapa encabezando los cómputos, y después para afirmarse en una punta que no paraba de tornarse más combatida cada vez.
Sufriendo con el desgaste del caucho, pero sin deslices, Tadeo le dio al equipo Rosselot un doble halago en el Rally Chile Biobío.
Parra y Matías Leiva fueron unos extraordinarios escoltas con un Opel Corsa Rally4 que había sufrido un fuerte vuelvo en el último metro del Shakedown. La celeridad de sus colaboradores y la solidaridad de varias escuadras para aportar repuestos y mano de obra en la noche del jueves fueron vitales para que el piloto que hacía de local se luciera en los caminos angostos y veloces del viernes y terminara siendo una de las figuras más destacadas de su división, en un rally que con certeza permanecerá como un recuerdo memorable para esta formación deportiva. La diferencia con su predecesor fue de 31.1s.
Con igual modelo, Luis Martínez y Juan Manuel Sanhueza siempre estuvieron en la puja por las posiciones de vanguardia, en la primera aparición del español con ese coche desde fines de 2022. Estaban para más y se ubicaban terceros hasta la penúltima especial, cuando las falencias de una dirección asistida los relegó demasiado y debieron ceder el puesto a los osorninos Nicolás y Enrique Pérez.
Los sureños se adaptaron bien en todos lados y jamás dejaron de seguir de cerca a quienes tuvieron adelante.
La perseverancia en su planteo llevó a José Quezada y Alan Bascur quintos y a Carlos Prieto y Juan Cruz Varela sextos, cerrando el lote de arribos de vehículos Rally4.
Detrás de ellos se escalonaron tres R2, los Peugeot 208 de Felipe Arenas y Andy Salvo, los retornados Javier Klein y Samuel Guzmán y el local Rodolfo Iglesias, de nuevo en el podio acompañado por Paulina Lopetegui.
Frente a su público, Arenas y Salvo se convirtieron en los primeros campeones nacionales consagrados, premio a una temporada de progreso y esmero.
Entre los retrasos más relevantes se cuenta el de Patricio Muñoz y Miguel Recalt. A Mitad de carrera, se les cortaron los pernos de una llanta al final de un tramo y luego fueron víctimas de los cuantiosos pinchazos.
Los madrileños Iván Fuertes y Víctor Ferraro se vieron aquejados por un inconveniente con el encendido de su Peugeot antes de despistarse en el aterrizaje de un salto.
Lucas Palma y Augusto Braun venían con buenos parciales hasta que se dieron vuelta. También a ellos se les habían cortado los pernos de una rueda. Felipe Padilla y Sebastián Medrano iban escalando en el clasificador cuando se salieron del camino.
Los uruguayos Ignacio Gardiol y Sebastián Gardiol carecieron de la suerte necesaria para disfrutar de su todavía nuevo Renault Clio Rally4.
El piloto largó aquejado por un estado gripal que lo disminuyó físicamente, una condición que no mejoró más adelante, sumado a un excesivo patinado del auto, que nunca transmitió su potencia al piso como se esperaba a un pinchazo en la parte más abrasiva de todas. Así, el binomio charrúa decidió poner voluntariamente fin a una prueba que les ofrecía un panorama precisamente alentador.
Harold Cohen y Hugo Gajardo se habían preparado bien para este evento, pero la fortuna no jugó a su favor ya desde la primera prueba especial. Volvieron con su 208 Rally4 a la carga, aunque otro revés los complicó en el 14º tramo.
La próxima fecha será en Villarrica (Araucanía) del 17 al 19 de noviembre.