El viñamarino, uno de los valores más carismáticos del campeonato Copec RallyMobil, sigue relatando algunas de sus anécdotas y sueños vinculados al automovilismo, a la vez que se sumerge en aspectos más desconocidos de su vida deportiva.
De tu larga trayectoria con los modelos N4 de Mitsubishi Lancer, ¿con cuál te quedarías?
Con el Evo IX porque tenía un temperamento algo subvirante que a mí me hacía sentir cómodo, aunque eso es algo bastante personal. Era un auto ágil y avanzaba con gracia por los tramos. En cambio, su sucesor, el Evo X, era más grande y pesado, si bien es justo reconocer que era muy bueno para aguantar golpes. Al Evolution IX le decíamos “Vikingo”. Siempre lo recordaré por todas las alegrías que me dio. Hace algunos años, contra mi voluntad, vendimos los dos últimos Mitsubishi que quedaban en el taller. Fue un momento nostálgico que se revirtió hace un par de semanas, cuando se me presentó la oportunidad de comprarle el Evo X a Andrés Urrutia y nosotros al mismo tiempo venderle el Renault Clio R3. Tener uno de esos Lancer de regreso en nuestro taller me motiva porque sé que lo podemos alistar bien para ocuparlo en alguna carrera que quiera darme con el gusto de conducirlo o hacer con él algunas exhibiciones. Incluso hasta el simple hecho de darle una vuelta por la calle ya me encanta.
¿Tienes alguna cábala o ritual?
No siento esa necesidad en las competencias, pero admito que hay por ahí algunos videos junto a Tomás Cañete en los que salgo bendiciendo el auto previo a algún tramo o hablando bien de él, de mi navegante y del equipo.
¿Pasaste alguna vergüenza en un rally?
No tengo reparos en decir que fue cuando me accidenté en el gran salto que había en Pucón. Eso fue en 2011. Venía liderando con un ritmo espectacular hasta que hice un trompo que me hizo perder mucho tiempo, de 20 a 30 segundos. Cedí la punta, pero aún tenía opciones de obtener un buen resultado, así que salí con todo otra vez. Me estaba recuperando cuando me salí del camino en ese sector. El vuelo fue largo. El problema es que apunté mal la trayectoria y, al pasar por la cuerda interna, rompí la bandeja de protección del Evo IX. Había muchos espectadores, así que esa fue definitivamente una situación embarazosa.
¿Cómo fue cuando anduviste con el capó levantado en Osorno?
La gente todavía recuerda cuando se nos levantó el capó del Lancer en la Villa Olímpica de Osorno. Hay una forma sencilla que te permite ver bastante cuando ocurre algo así. Sin embargo, el público quedó enloquecido con la escena porque era atípica. Pensaban, poco menos, que estaba manejando por telepatía.
¿Cuál es tu rally y cuáles tus tramos favoritos?
Me gustaba mucho la Cuesta Chacabuco, tanto en tierra como en asfalto. Chiloé también por su hermoso entorno en plena isla. Será maravilloso volver allí pronto. En cuanto a pruebas especial, disfruté mucho en Puma Lodge, Rancagua, y del Shakedown en Vicuña, donde pasábamos por un túnel en el que entraba un solo auto, similar a un lugar que existe en Japón y México.
¿Algún adversario de temer más que otro?
Hay varios, pero me quedo con Samuel Israel por haberme ganado un campeonato disputadísimo en la clase R3, bien sobre el final de una temporada en la que también luchamos mano a mano con Ramón Ibarra.
¿Amigos especiales en el ambiente?
Más de uno también, pero me agradan personalidades como las de Eduardo Moya y Daniel “Petete” Rodríguez, por ejemplo. Francamente, no los veo mucho en la actualidad, pero se trata de gente con la que uno siente que se conoce desde hace mucho tiempo. También le tengo aprecio a Gonzalo Concha, de FADECH.
¿Virtudes y defectos personales en las carreras?
Creo que mi fortaleza está en la resiliencia. Como contraparte, diría que me aparece una carga de adrenalina que se me convierte en una especie de debilidad, como para no haber llegado a la meta en más de una oportunidad. Después de todo, la adrenalina es un motor de movimiento para lo bueno y lo malo.
¿Te gustan otros deportes?
Sí. Disfruto de ver varios deportes, como me pasó con los Juegos Panamericanos 2023, que seguí de cerca, viendo de todo un poco. Tanto es así que quisiera probarlos a todos alguna vez. Me gusta el ajedrez, la bicicleta rutera, el mountain bike, las disciplinas de invierno, la escalada, el fútbol, el rugby, el béisbol, el golf, la vela…en fin, todo tipo de práctica deportiva.
¿Te quedan sueños por cumplir?
En cuanto al Rally, hay tantas cosas por hacer, que diría que no me quisiera perder un día la chance de largar el Gran Premio de la Hermandad o de ser el primer chileno en correr la trepada Pikes Peak.
Fotos: Luis Barra/Cristian Lagos